22 de octubre, día de San Abercio de Hierápolis
Hoy, 22 de octubre, conmemoramos a San ABERCIO de HIERÁPOLIS, Obispo.
SAN ABERCIO DE HIERÁPOLIS (¿?-¿200?) nació probablemente en el primer cuarto del siglo II, en algún lugar del Imperio Romano.
De San Abercio conocemos su nombre romano, Abericus Marcellus, y que fue obispo de Hierápolis, capital de Frigia, lo que actualmente es una ciudad en ruinas cerca de Pamukkale, en Turquía.
La tradición cuenta que a los 72 años de edad fue llamado a Roma por el emperador Marco Aurelio para que exorcizara a su hija Lucilla de unos demonios que la habían poseído.
El éxito en esta labor es el tema de una biografía de San Abercio de Hierápolis escrita en el siglo IV, en la cual se mezclan hechos fantásticos y actos que conocemos de la vida de otros santos.
Por lo anterior, durante muchos siglos se creyó que San Abercio había existido únicamente en la leyenda. Sin embargo, en 1882 el arqueólogo William Ramsay descubrió los fragmentos de un epitafio, que logró reconstruir.
La pieza arqueológica, donada al papa León XIII con motivo de su Jubileo, es sin duda anterior al año 216, y presenta uno de los textos más preciados para la historia de la Cristiandad, pues se trata de un testimonio patente de la difusión de la fe en esa época tan remota.
El epitafio fue redactado por el propio San Abercio antes de morir, y en él describe a grandes rasgos su origen, su vida, su llamado a Roma y los viajes que realizó hasta las llanuras de Siria y el Éufrates: “…llevando a [San] Pablo conmigo, la fe fue mi guía en todas partes…”.
Una de las partes más conocidas de este tesoro, que se encuentra actualmente en el Museo della Civiltà Romana, dice más o menos: “Soy discípulo del casto pastor que lleva a pastar a su grey de ovejas por montes y por llanos.”
SAN ABERCIO DE HIERÁPOLIS nos legó con su epitafio uno de los testimonios más valiosos de los inicios de la Iglesia.
SAN ABERCIO DE HIERÁPOLIS (¿?-¿200?) nació probablemente en el primer cuarto del siglo II, en algún lugar del Imperio Romano.
De San Abercio conocemos su nombre romano, Abericus Marcellus, y que fue obispo de Hierápolis, capital de Frigia, lo que actualmente es una ciudad en ruinas cerca de Pamukkale, en Turquía.
La tradición cuenta que a los 72 años de edad fue llamado a Roma por el emperador Marco Aurelio para que exorcizara a su hija Lucilla de unos demonios que la habían poseído.
El éxito en esta labor es el tema de una biografía de San Abercio de Hierápolis escrita en el siglo IV, en la cual se mezclan hechos fantásticos y actos que conocemos de la vida de otros santos.
Por lo anterior, durante muchos siglos se creyó que San Abercio había existido únicamente en la leyenda. Sin embargo, en 1882 el arqueólogo William Ramsay descubrió los fragmentos de un epitafio, que logró reconstruir.
La pieza arqueológica, donada al papa León XIII con motivo de su Jubileo, es sin duda anterior al año 216, y presenta uno de los textos más preciados para la historia de la Cristiandad, pues se trata de un testimonio patente de la difusión de la fe en esa época tan remota.
El epitafio fue redactado por el propio San Abercio antes de morir, y en él describe a grandes rasgos su origen, su vida, su llamado a Roma y los viajes que realizó hasta las llanuras de Siria y el Éufrates: “…llevando a [San] Pablo conmigo, la fe fue mi guía en todas partes…”.
Una de las partes más conocidas de este tesoro, que se encuentra actualmente en el Museo della Civiltà Romana, dice más o menos: “Soy discípulo del casto pastor que lleva a pastar a su grey de ovejas por montes y por llanos.”
SAN ABERCIO DE HIERÁPOLIS nos legó con su epitafio uno de los testimonios más valiosos de los inicios de la Iglesia.
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