16 de abril, día de Santa Engracia
Hoy, 16 de abril, conmemoramos a Santa ENGRACIA, Mártir.
SANTA ENGRACIA (¿?-¿304?) nació en Braccara, la actual Braga, Portugal, a finales del siglo III, en la época en que se desataron las crueles persecuciones anticristianas decretadas por el emperador Diocleciano.
Las referencias a la vida de Santa Engracia nos llegan a través del poeta Prudencio (348-410), nativo de Zaragoza, que la menciona en un himno en honor a los mártires de esa ciudad, describiéndola como una “joven vehemente”.
La tradición cuenta que Santa Engracia era una agraciada joven que creció y se formó dentro del cristianismo. Cuando estuvo en edad casadera, su padre arregló su matrimonio con el hijo de un gran señor en una villa al otro lado de los Pirineos.
De este modo, la bella novia emprende el largo viaje, acompañada por un cortejo de dieciocho caballeros que la protegían. Acaso porque la región que habitaban se encontraba en los límites del Imperio, ninguno se había enterado de los edictos para perseguir a los cristianos.
El camino del grupo pasaba forzosamente por Zaragoza. Cuando presencia las atrocidades que se estaban cometiendo ahí en contra de sus hermanos de fe, Santa Engracia es incapaz de quedarse callada, y acude con indignación ante el prefecto Daciano, máxima autoridad de la ciudad, para reclamarle por tanta injusticia.
Pero en vez de razonamientos, la joven es aprehendida para sufrir peor suerte que la de sus compañeros. Los tormentos a que la someten son indecibles, aunque cada vez sobrevive a un nuevo suplicio: la azotan, la arrastran desnuda, le rajan la piel, le cortan los pechos, le meten un clavo al cuerpo, y luego la dejan abandonada hasta morir a causa de las heridas.
El culto a Santa Engracia se difundió muy pronto por toda España y los Pirineos.
SANTA ENGRACIA nos ofrece una muestra de compasión ante el dolor del prójimo y de valentía para denunciar la injusticia.
SANTA ENGRACIA (¿?-¿304?) nació en Braccara, la actual Braga, Portugal, a finales del siglo III, en la época en que se desataron las crueles persecuciones anticristianas decretadas por el emperador Diocleciano.
Las referencias a la vida de Santa Engracia nos llegan a través del poeta Prudencio (348-410), nativo de Zaragoza, que la menciona en un himno en honor a los mártires de esa ciudad, describiéndola como una “joven vehemente”.
La tradición cuenta que Santa Engracia era una agraciada joven que creció y se formó dentro del cristianismo. Cuando estuvo en edad casadera, su padre arregló su matrimonio con el hijo de un gran señor en una villa al otro lado de los Pirineos.
De este modo, la bella novia emprende el largo viaje, acompañada por un cortejo de dieciocho caballeros que la protegían. Acaso porque la región que habitaban se encontraba en los límites del Imperio, ninguno se había enterado de los edictos para perseguir a los cristianos.
El camino del grupo pasaba forzosamente por Zaragoza. Cuando presencia las atrocidades que se estaban cometiendo ahí en contra de sus hermanos de fe, Santa Engracia es incapaz de quedarse callada, y acude con indignación ante el prefecto Daciano, máxima autoridad de la ciudad, para reclamarle por tanta injusticia.
Pero en vez de razonamientos, la joven es aprehendida para sufrir peor suerte que la de sus compañeros. Los tormentos a que la someten son indecibles, aunque cada vez sobrevive a un nuevo suplicio: la azotan, la arrastran desnuda, le rajan la piel, le cortan los pechos, le meten un clavo al cuerpo, y luego la dejan abandonada hasta morir a causa de las heridas.
El culto a Santa Engracia se difundió muy pronto por toda España y los Pirineos.
SANTA ENGRACIA nos ofrece una muestra de compasión ante el dolor del prójimo y de valentía para denunciar la injusticia.
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